No es probable que Lauren Bacall se enamorara de
Humphrey Bogart por su belleza y su complexión atlética. Pero lo mismo fue por
el olor. Un experimento dirigido por dos investigadoras de la Universidad de
Chicago, y presentado ayer por la solvente publicación científica Nature
Genetics, ha demostrado que las mujeres tienen una impresionante finura de
olfato que les permite distinguir entre ínfimas variantes genéticas de los
hombres, sin más que oler su camiseta. Y no hay un olor masculino que les guste
a todas, sino que cada una prefiere el olor del hombre que, desde un punto de
vista genético, más se parezca a su padre (de ella), siempre que ese parecido
no sea tan alto que llegue a facilitar un incesto. LEER MÁS