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Un día el sol quiso crear un pueblo que fuera superior a los demás para que habitara las islas de Japón. Tomando uno de los propios rayos de sol formó una mujer: AMATERASU: DIOSA DE LA LUZ. El sol le dio el poder de ser diosa y madre de este nuevo pueblo. Para que no se sintiera sola crearon otro cortejo de dioses: la diosa AMENO-UZUME (diosa de la alegría), SUSANO (dios de la fuerza), la diosa AMENOMOTO…
El pueblo creado se fue extendiendo por las islas y era un pueblo que adoraba cada mañana la salida del sol: el culto al sol naciente del sintoísmo.
La diosa Amaterasu demostraba su belleza y potencial, irradiaba su luz y su vida al pueblo de Japón y su hermano Susano, dios de la fuerza y la tormenta, era invocado para movilizar las energías que se quedan estancadas. Se le conocía como el varón impetuoso, pues le gustaba moverse rápidamente y al hacerlo creaba el caos y ruido por donde pasaba. LEER MAS