Por
Octavio Salazar. Hay una evidente línea de continuidad entre la permanente
cosificación y sexualización del cuerpo de las mujeres tan presente en nuestra
cultura y la consideración del consumo de sexo de pago como una expresión más
de una virilidad que continúa respondiendo a los imperativos categóricos del
hombre considerado sujeto activo e indiscutible titular del poder y la
autoridad. Ahora bien, el salto cualitativo que se ha producido en las últimas
décadas, como bien se puso de manifiesto en la mesa redonda que siguió a la
presentación de estudio, y en la que intervinieron la profesora Rosa Cobo
Bedía, el sociólogo coautor del informe Hilario Sáez y el que firma estas
líneas, es la vinculación de dichas prácticas con una industria del ocio y la
diversión, de carácter global, y que se apoya en los excesos del capitalismo
neoliberal. LEER MÁS