"Aprendí
de primera mano
que todo está
interconectado"
El 80 por ciento de los bosques han desaparecido. Me cuenta Julia que las secuoyas, después de ser taladas, siguen sin rendirse. Si no las han rociado con herbicidas o napalm –prácticas habituales–, brota de ellas nueva vida. Las secuoyas han sido su símbolo y su guía. Julia trepó a la copa de una de ellas, a la que llamó “Luna”, y permaneció alli dos años para detener la deforestación de esos bosques. Allí arriba nada fue sencillo: sufrió los azotes del huracán El Niño, con frío y tormentas de viento y nieve que destrozaron su ínfima estructura y casi acaban con ella. También padeció el acoso de helicópteros y el control de guardas de seguridad que impedían que le llegasen víveres. “Ya bajará”, decían, pero tuvieron que pactar. Julia se hizo a sí misma en ese árbol y sabe transmitirlo en el libro que acaba de publicar: El legado de ‘Luna’ (RBA), y cuyos beneficios están destinados a proteger el medio ambiente. LEER MÁS