La lactancia es continuación y desarrollo de nuestros aspectos más terrenales, salvajes, directos, filogenéticos. Para dar de mamar deberíamos pasar casi todo el tiempo desnudas, sin soltar a nuestra cría, inmersas en un tiempo fuera del tiempo, sin intelecto ni elaboración de pensamientos, sin necesidad de defenderse de nada ni de nadie sino solo sumidas en un espacio imaginario e invisible para los demás.