Un círculo debe ser un lugar seguro

JEAN SHINODA BOLEN
Extracto del libro "El millonésimo círculo. Cómo transformarnos a nosotras mismas y al mundo".

Editorial Kairós. 2004. Barcelona.
Un círculo es la figura contenida en una circunferencia sin fisuras y simboliza la totalidad. Si la línea que lo delimita se rompe, deja de ser un círculo. El mismo principio puede aplicarse a un círculo de mujeres: para constituir un círculo y ser un lugar seguro, su límite debe estar intacto.
Ese límite es la capacidad que posee el círculo de preservar sus contenidos, pues es primordial que exista la confianza. Lo que se comunica como confidencia se mantiene como tal; es así de simple.
De lo contrario, nos hallaremos ante un grupo de mujeres que no confían las unas en las otras, o ante una reunión de mujeres con las cuales hay que llevar puesta una máscara y una armadura social. Eso no es un lugar sagrado.
Para que un círculo de mujeres sea un lugar seguro lo que en él se diga debe ser tratado con respeto, por más digna de lástima o vergonzosa que sea una confesión; por más que se preste al más sabroso de los cotilleos.
Revelar la propia intimidad requiere valor y confianza; y es un acto que merece ser honrado y guardado confidencialmente porque si no lo haces fallas a esa mujer, te fallas a a tí misma y fallas al círculo.
Aquello que no se comparte y que, por vergüenza, se mantiene en secreto hace que te sientas -u otra mujer se sienta- inaceptable, excluida del círculo de acogida, insana.
Para que un círculo de mujeres sea un lugar seguro debe constituir un espacio uterino capaz de acoger nuevas posibilidades, donde la mujer y su sueño encuentren apoyo mientras éste sea aún sólo un esbozo sin definir en su psique.
El miedo al ridículo aborta aquello que podría haberse desarrollado; la indiferencia lo priva de alimento.
Un círculo seguro acoge el sueño de cada mujer confidencialmente y sustenta la posibilidad de que se realice.