LAS MUERTAS
DE ANA RODRIGUEZ RIBOT
A veces por las noches
vienen a visitarme espantosas fantasmas.
Las noto, abultándome el colchón,
tiran de mí, me enredan el pelo por debajo de la cama
Hablan en susurros y yo dejo escapar qués, aterrorizada
Es cuando he descuidado mi cementerio, que se rebelan
Caminan largas distancias, quejumbrosas, despiezadas, leprosas,
enamoradas del miedo que me darán
Las presiento pero no las recuerdo
Hasta que es tarde ya, y toman café y fuman en mi cama
Es cuando he descuidado el cementerio, que se revelan
Lucho contra ellas.
Es una carnicería de serie b
con un Freud acojonado y balbuceante
es todo un tanto sádico
hasta que lo veo todo claro:
ya está, se han vuelto a desenterrar
porque las había olvidado!
Y me dejo arrastrar hasta las lápidas
De todas mis muertes consecutivas:
Aquí yace Ana, cuando la insultaron por primera vez
Y la convencieron de que no valía.
Aquí se entierra Doña Pena, por haber sido maltratada,
Encadenada a una peña.
Aquí descansas por las mentiras que te dijeron tantas veces,
Aquí los abandonos, los hurtos y las memeces.
Es cuando les llevo flores, que se quedan tranquilas,
bajo lápidas de colores y graffitis,
sosegado el brutal ataque de mimitis.
Marujeo un rato, enderezo las hiedras,
saco el plumero mágico, oro por ellas,
en retahílas de alabanzas
Y así
hasta que vuelven a venir,
cuando me había olvidado de serlas.
Es cuando les llevo flores, que se entierran.
Gracias Anita por tus preciosas letras, desde aquí todo nuestro cariño y admiración.